domingo, 19 de octubre de 2008


Jazz en Dominicana o la pasión de Fernando.
Por Alexis Méndez de Música Maestro

En estos tiempos también existen Quijotes. En el caso de Fernando Rodríguez, sus molinos se desarrollan en el ambiente musical, luchando contra patrones impuestos que van de la mano con la mediocridad. Pero al tipo no le da miedo, porque con el tiempo ha logrado reunir a muchos Sancho Panzas que le acompañan en su cruzada, y sobretodo, porque su arma principal es la pasión… pasión por lo que hace.

Esa pasión fue la que me llevó a convertirme en su amigo y cómplice-debo confesar que me complace tener su amistad-quizás por el parecido que hay en nuestros sentimientos hacia la música. En su caso, el jazz es su manera de vivir, tal vez el oxigeno que necesita para mantener ese entusiasmo de adolescente que le brota por los poros.

Cuando estuvimos de frente por primera ves, ya habíamos agotado varias secciones de chats y nos habíamos cruzado varias líneas por mail. Antes de saludarle, me quedé observando como se movía de un lado para otro. Su sonrisa se parecía a la de un niño feliz porque le llevaron al parque de diversiones. Su mirada reflejaba la satisfacción plena, la que he visto repetidamente en los conciertos en que él ha estado presente, sin importar si los intérpretes son principiantes o veteranos. Le basta con la calidad.

Toda esa energía se ha vertido en el proyecto Jazz en Dominicana. Primero en el blog, que durante dos años ininterrumpidos, nos ha mantenido informado de todo lo que pasa alrededor de esta expresión musical en cualquier rincón del país, con un lenguaje ágil y creativo. Luego llegaron los encuentros. Todos los miércoles, el patio de Casa de Teatro se torna mágico-más de lo normal-donde se han presentado todas, o casi todas (?) las figuras del jazz del patio, sin poses y en un ambiente de plena camaradería.

Con http://jazzendominicana.blogspot.com y Jazz en Dominicana en Casa de Teatro, Fernando, a lo mejor sin proponérselo, ha forjado la más amplia apertura que se le ha dado a nuestro jazz desde que desaparecieran las actividades realizadas por Federico Aswood, convirtiendo estos medios en espacios sin credos clasistas, que han permitido el reconocimiento de nuevos amantes que se han insertado a este fascinante mundo. A partir de entonces, también han surgido nuevos grupos, motivados por la existencia de un escenario a sus órdenes, que les da la oportunidad de desarrollarse.

Y todo este resultado es fruto de un trabajo tesonero, pero con un ingrediente especial. Y es que, al igual que muchos, Fernando tiene conocimientos, basados en estudios y vivencias, tiene relaciones y conexiones, es amigo de todos los músicos y relacionados al jazz; pero su pasión, esa que he repetido más de una vez en este escrito, hace la diferencia.

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